EL LUGAR
La casa se ubica en barrio en crecimiento con mucho campo, rodeado por cañadas, tajamares y sierras. Implantada entre un par de árboles de aromo existentes, la arquitectura se ordena para abrirse hacia la naturaleza.
Existe una dinámica ecosistémica natural. La flora y la fauna del lugar se encuentran íntimamente vinculadas a la topografía, el tipo de suelo y el corrimiento natural de las aguas. El proyecto minimiza el impacto y la huella del hombre. Evita romper las dinámicas ecosistémicas existentes tan cambiantes en una zona que deja de ser rural para dar paso a la vida urbana.
UN ÁRBOL
Decidimos construir la casa entorno al árbol central. Y organizamos los espacios en relación a él. La casa lo encuentra y lo abraza. El árbol pasa a estar en una relación de cercanía. Se vuelve techo natural exterior, prolongación de la casa. A su alrededor, el espacio exterior se vuelve íntimo.
Cerrar y/o abrir
Cada espacio interior se relaciona con el exterior en mayor o menor medida. Fue así que imaginamos distintas escenas de la vida de la casa, pensando como el exterior iba a participar en ellas. La casa se cierra a la calle, a través de una fachada maciza, donde la relación exterior-interior es brusca. Una vez dentro la calidez del hogar envuelve, y el espacio se vuelve social y agradable. Los amplios ventanales hacia la terraza exterior invitan a salir, a encontrarse con la naturaleza, a dejar fuera el estrés del día y conectar. El resto es privado, el volumen con baños y dormitorios acompaña los cambios de nivel del terreno, hundiéndose en la naturaleza. La sensación de amplitud disminuye para dar lugar al resguardo. Los dos árboles son los grandes guardianes del jardín.